Ésta muñequita en broche no va a viajar todavía. Se va a quedar esperando a otras cuatro compañeras que se irán de tour con ella hasta Murcia, pero aún no era turno de hacerlas. Sin embargo, esta mujercita ha sido una tentación a la que no me he podido resistir. Ya he hecho Monigotas de bastantes profesiones, pero me preguntaron ¿las amas de casa no tenemos broche? Tiene toda la razón. Por qué no. Como si no hubiera elementos característicos que la definieran...
Ésta primera se llama Eva, como su futura portadora. Tiene ojos castaños y larga melena castaño oscuro ondulado, que ahora lleva sujetado con dos pinzas ranita con apliques de fimo en forma de flor. La melena hay que sujetarla a la hora de faenar, que siempre está por ahí el mechoncito que estova, ¿verdad? ¿Y cómo viste? Pues lo más cómoda posible para tanto ajetreo que hay por casa: con un pantalón de chándal de esos grises con rayita blanca que todas tenemos y una camiseta de manga corta rosita. Y aprovechando que está por casa y nadie le juzga el glamour, va con chinelas rositas bien cómodas, que los tacones por casa no molan. Con todo, no puede mancharse el chándal, que luego le toca lavar los lamparones, así que se ha puesto un delantal muy mono en violeta y frambuesa. De la cinturilla lleva amarrada una bayeta amarilla de las de toda la vida y que tanto trote llevan. Y no la agarra, porque no tiene con qué. En una mano porta el plumero para quitar el polvo de los muebles. En la otra sujeta la sartén en la que ahora mismo está friendo un huevo. Y no hace más, porque le faltan manos, que si no, más hacía. Sólo le falta un crío amarrado a la pierna diciendo "mamáaaa, me he manchadooooo". Si es que no hay profesión más completa que la de ama de casa, ¿a que no?
